Ya ves, llegar a fin de mes no era con ella asunto de intendencia. Se trataba más bien de comprender la pura impertinencia del sol cuando se cansa de asombrar, del mostrador a la hora de cerrar. Se llamaba ironía y no puedo jurar que me engañaba cuando me mentía. Ya ves, llegar a fin de mes no era firmar un parte de sucesos, se trataba más bien de envejecer, huérfano de sus besos, con fantasmas que aprenden a crecer, abrazos que se mueren por volver. Se llamaba utopía, me gusta imaginar que me engañó cuando se despedía.
Que me engañó cuando se despedía.
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